miércoles, octubre 22, 2008

MAGAZIN FACETAS

Diario del Huila
F U N D A C I Ó N
www.diariodelhuila.com
Neiva, Octubre 19 de 2008
Edición Nro. 216
PROMISIÓN
TIERRA de
2
3
8
Actividad
Cultural
Opinión
Gestión
Cultural
Neiva,
Octubre 19
de 2008 2 Opinión
Una producción de la
Fundación Tierra de Promisión
GUILLERMO PLAZAS ALCID
Director Ejecutivo
Circula con
DIARIO DEL HUILA
Toda colaboración se acepta y publica a título gratuito.
E-mail: facetas@diariodelhuila.com
Pasa pag 3
por:EDGARD SANDINO
VELÁZQUES
Libro de poesía eminentemente
amorosa, es el octavo de este escritor
nacido en Cali el 31 de octubre de
1952, perteneciente a la justamente
llamada generación del medio siglo,
que es la generación nacida en la mitad
del siglo veinte y donde están autores
como Guillermo Martínez Gonzáles,
Félix Ramiro Lozada, Rómulo
Bustos, Víctor Hugo Triana, Antonio
Correa, Marcelino Triana, y otros, que
si se hace un estudio de esta generación
habrá que nombrar y estudiar
juiciosamente, cada uno de estos poetas
que suman más de quince, ya que
la gran mayoría ha escrito y publicado
muchos libros de poemas, además
de ensayo, cuento, novela o teatro. Es
esta una generación que quedó al filo
de otras muy famosas y que han llenado
muchas páginas de periódicos o
revistas, que sin embargo ha incidido
en el acontecer literario del país, algunos
más conocidos que otros, pero
todos dueños de una poesía donde
se desgrana una cotidianidad tocada
profundamente por una visión íntima
del poeta, donde el país de la violencia
se asoma, potenciando sin quererlo,
una conciencia política que se expresa
en un orden de ideas doloroso en
“A PESAR DE TODO”
DE HUGO CORTÉS LOZANO
razón de la realidad atroz que se vive.
La búsqueda de una vertiente de pensamiento
que debe encontrar en la solidaridad
la construcción de un nuevo
hombre transformado sobre nuevos
esquemas, está presente allí. Es una
poesía que toca temas olvidados mucho
ha de la poesía, como la ternura,
el amor, distinta a la eroticidad
de cierta poesía contemporánea, que
explora la sensación, los sentidos y
exacerba en la libido despertada el interés
del lector. Es una poesía que se
dirige a la reflexión de las emociones
y las sensaciones como expresión de
una naturaleza que necesita volcarse
a la exploración de nuevos valores,
por lo menos más auténticos, advirtiéndonos
de la banalidad en que ha
caído el hombre en estos tiempos de
peligrosa escisión. Un individuo más
justo y reflexivo, muchos más consciente
y alerta del porvenir se insinúa
allí. Un individuo que haga viable una
sociedad más justa. El tema amoroso
entonces tiene una función clara y
decidora de lo social. En lo particular
que toca del poeta, de su individualidad,
que es sin embargo igual a la de
todos los hombres, somos uno con la
humana especie, es una poesía profundamente
humana y reveladora. Es
el Ser que vive su circunstancia, pero
alertado hacia su interior. Es en definitiva
una poesía distinta. Distinta
a la cascada parnasiana que aparece
como rezago en los poetas de Piedra y
Cielo; al compromiso formal y ceñido
a una amplia tradición europea con
viso de terruño, de la generación de
Mito, y definitivamente muy distinta
al grupo nadaista, que fue casi una
generación, que logró una de las creaciones
más vigorosas aparecida en
el siglo precedente y que fuera desacralizadora,
irreverente, informal,
pero por lo mismo, contundente en un
medio constreñido por una tradición
retórica y perniciosamente tradicional
y de la poesía social-protesta.
Las nuevas corrientes de pensamiento,
que se separan abiertamente
de las ideas positivistas aparecidas
en el siglo XIX y fluyentes desde entonces,
plantean una revolución espiritual.
El hombre ha fracasado en su
política de darle al mundo la paz, el
bienestar material. El confort, vanidosamente
expuesto, llevó al surgimiento
de divisiones que concluyeron
en clases, castas y grupos privilegiados
que lo único que exponían era la
saña ambiciosa que una sociedad de
privilegios podía brindar. Las leyes
y el estado han contribuido al servicio
de estos intereses. Las nuevas corrientes
de pensamiento no atacan al
hombre y su circunstancia. Lo llevan
a la reflexión de su ser y su espiritualidad.
Su postura en un mundo finito
que cada vez se estrecha más sobre
sí mismo y se acerca en su pobreza,
o riqueza a la extinción o al cambio.
Urge una transformación.
Es evidente entonces que la poesía,
la de esta generación, que después de
mucho tiempo en la poesía colombiana
aborda el tema del amor, inicia
el diálogo con las nuevas vertientes
del pensamiento. Es el hombre en su
soledad, pero es la otra soledad. La
surgida por el no reconocimiento del
otro. La que advierte de la ignorancia
de las potencias interiores y ve la
inmensa o infinita posibilidad del resurgimiento
de esas potencialidades
internas como elementos profundamente
transformadoras de lo social.
Construidas sobre el conocimiento de
su propia naturaleza.
Todo el esquema formal de pensamiento
del hombre moderno ha fracasado.
La poesía de los creadores del
mundo, ahora nos lo están diciendo.
Y es que siento que el arte y la poesía
siempre lo han dicho.
Hugo Cortés Lozano inició su periplo
creador con un libro que fue Premio
Nacional de Poesía universitaria
“Poemas de Amor y de Combate”.
Luego, después de diez años de silencio
apareció “Diálogos y Poemas”.
En 1992, el libro “Soñar para Morir”,
recibió premio en el Concurso que se
hacía de empleados oficiales, como
mejor libro de poesía. Ya funcionario
del Concejo de Bogotá, aparecieron
dos libros “Poemas de Cuerpo Entero
y “De mi Parte”. En el 2001 apareció
“Poemas para Olvidarte” y en el
2004 “Guía Sorda y Fragmentada de
la Vida”.
El libro objeto de esta nota, “A Pesar
de Todo”, es de poesía amorosa,
donde el poeta le canta a la mujer, a
una en particular, pero en ella a todas
las mujeres, como lo dice Maruja Vieira,
esta portentosa mujer de la poesía
colombiana, tan grande en su creación
como Matilde Espinosa y quien
escribe el prólogo del libro.
Se divide en tres capítulos que hablan
de esa sensación nunca perenne
del amor y que sin embargo se rebusca
a sí misma en el mismo cuerpo, en
ella o en la otra, construida la palabra
como dibujada con un pincel, que
la hace música, convocando un mundo
mejor: ‘Del Encuentro’, ‘del Desencuentro’,
‘del Reencuentro’. Esto es el
libro en sus tres partes, como es toda
vida. El hallazgo, la plenitud, la pérdida,
que reflexiona, donde volvemos,
no siempre al otro, pero sí con seguridad
a nosotros mismos. Y para ello
está toda la experiencia vital vivida,
la entrega, los rastros de esas cosas
que tocaron el alma, el Ser. Nombres
que nos acompañan con sus voces o
sus imágenes y hacen pensar al poeta
en la creación. En la mejor, que lo
define. Neruda, Bach, Velásquez. Es
la realidad de la idealidad, como lo
piensa el poeta.
Hugo Cortés Lozano le ha dado
con los años un vuelco a su poesía.
Fue de lo externo a lo interior. No
podemos decir si por desencanto. Las
el
Neiva,
Octubre 19
de 2008 3 Gestión Cultural
ideas sociales sobre un mundo mejor a
lo único que han llevado, es a más violencia,
a más destrucción, a enfrentamientos
irracionales y absurdos. En
el recogimiento, en su nueva visión,
el poeta busca la belleza y la alegría
como expresiones opuestas a la terrible
realidad que nos acosa. Como una
esperanza.
Contra el verano - Toda el agua, -
Contra el invierno - Todo el sol, - Contra
el silencio - Toda la verdad,
Contra ti… …todo el amor.
Como poesía, es una poesía profundamente
decantada. Asumidas las
virulencias de la juventud, los desencantos
de la vida, las búsquedas interiores,
el poeta vuelve la mirada a los
valores eternos y sin miedos, en una
vigilia que comprende mejor el rostro
del mundo, busca las aclaraciones necesarias
para ponerse en paz consigo
mismo y con los demás. Por eso es una
poesía de hallazgos meditados.
Me gusta fumar sin tregua - Y ver
como arden - Fantasmas azules en la
noche. - Parar esta bendita lluvia - De
ciudad gélida - Que todo lo aparta y
precipita. - Construir parábolas -De
bolero y tango, -De calles infernales
-Y sombras turbulentas.
Acariciar tu belleza de ángel - Inocente
y desbocado -Por las fisuras de
mi insomnio.
Saltar las fronteras - Que me separan
de tu cuerpo, - Del rojo paisaje
de tus labios.
Pero este cielo color fugaz - De
amortajado invierno - Y absurda lejanía,
- Me indica que aún, - Sueño
despierto.
Este poema se llama divagaciones.
El libro en su totalidad es un canto a
la vida y al vital derecho de todos los
seres a la belleza y a la alegría. Es
un canto al amor y al profundo bienestar
interior que este sentimiento
proporciona, cuando es asumido con
inteligencia y valor. El amor siempre
opuesto al miedo y a la destrucción.
Extramuros, octubre de 2008
Viene pag 2
Neiva, 26 de septiembre de 2008
DoctorGUILLERMO PLAZAS ALCID
Director EjecutivoFundación Tierra de Promisión
Calle 18 A No 7 A -14
Teléfono 8759213Ciudad
Referencia: Oficio de fecha 18 de julio de 2008
Respetado Dr. Plazas:
Acuso recibo de su atenta nota. Como mandatario de los neivanos me siento orgulloso y
honrado de contar con un coterráneo de su talante, preocupado por el devenir cultural de nuestro
terruño y el de sus gentes.
La administración municipal esta plenamente identificada con su pensamiento altruista en la realización del Premio de Novela Social denominado “Bienal de Novela José Eustasio Rivera”, en su XI versión, evento institucionalizado mediante acuerdo municipal 052/1996, tal como lo expresa su atenta misiva, en homenaje a ese insigne hombre de las letras, hijo de esta Tierra de
Promisión.
Para tal fin, este despacho realizó los trámites administrativos y financieros necesarios para garantizar un aporte de VEINTIDOS MILLONES DE PESOS ($22.000.000.00), los cuales pueden ser utilizados previo lleno de los requisitos establecidos. Igualmente, se impartió las directrices pertinentes a la Directora Administrativa de Cultura Dra. SANDRA BARRIOS, para
brindarle la colaboración necesaria en la realización del evento.
Hago votos para que el éxito lo continúe acompañando en el cumplimiento de las responsabilidades asignadas rigiendo los destinos de la Fundación, reiterándole mi amistad y aprecio, quedando a sus gratas órdenes en este despacho.
Con un cordial saludo,
(Fdo.)HECTOR ANIBAL RAMIREZ ESCOBAR
Alcalde de Neiva
Copia:
-Dra. Sandra Patricia Barrios C.
Directora Administrativa de Cultura Municipal
-Archivo
Los soportes Normativos de la Fundación Tierra de Promisión,
para diligenciar la Bienal Nacional de Novela José Eustasio
Rivera, además de sus propios Estatutos, son la Ley 42/88
– Artículo Cuarto-, el Acuerdo 052/96, y adicionalmente, el
Convenio Cultural Interinstitucional Fundación Tierra de
Promisión – Universidad Cooperativa de Colombia, de 30 de
diciembre de 2000.
Con oficio fechado el 26 de septiembre de 2008, el Dr. Héctor
Aníbal Ramírez Escobar, Alcalde de Neiva, gentilmente
ofrece formal respuesta a la carta enviada por la Dirección
Ejecutiva de la Fundación Tierra de Promisión, el 18 de julio
de 2008, publicada el 20 del mismo mes, en la edición 203
de Facetas, carta en la cual se informa al alto funcionario lo
relativo a la Convocatoria y notable participación nacional en
la XI edición de este Concurso literario, demandando, a su
vez, la oportuna participación del Municipio.
En su comunicación, el señor Alcalde, garantiza la
exitosa realización de este evento cultural, al darse puntual
cumplimiento a la Ley 42/88 y al Acuerdo 052/96. Así las
cosas, están dadas las condiciones para que, agotadas las
etapas pertinentes, el 1 de diciembre de 2008, en la sede de la
Fundación, se realice la brillante ceremonia de premiación.
La Fundación Tierra de Promisión agradece, la eficaz y
oportuna diligencia del señor Alcalde, a tiempo que con
agrado, hace pública su amable comunicación:
GARANTIZADA EXITOSA REALIZACIÓN DE LA XI BIENAL
NACIONAL DE NOVELA JOSÉ EUSTASIO RIVERA
HECTOR ANIBAL RAMIREZ
ESCOBAR
Alcalde de Neiva
el
Neiva,
Octubre 19
de 2008 4 Figuras Universales
Por Arturo Uslar Pietri
El culto de Buda es viejo, de
dos mil quinientos años. Centenares
de millones de seres humanos en el
mundo asiático y en otras regiones,
ven en él el paradigma de lo más puro
y lo más elevado que un ser humano
pueda alcanzar.
En una figura tan antigua, tan
unida al sentimiento religioso, es difícil
distinguir lo místico de lo simbólico
y de lo histórico; es decir, la parte que
corresponde al hombre que vivió en
una época y que realizó grandes hazañas
morales, de lo que fue añadido por
motivos simbólicos o tomado de mitos
y tradiciones religiosas anteriores.
El hombre que iba a ser llamado
Buda vivió cinco siglos antes de
Cristo. Nació en el seno de la religión
brahmana, una de las más antiguas
del Indostán, y, por su acción, formó
dentro de ella una especie de protestantismo,
de reacción o de cisma,
como ha ocurrido igualmente con otras
grandes religiones.
Este hombre creía, por tanto,
fundamentalmente, en el credo brahmánico,
con un dios principal que era
Brahma, el creador, y, naturalmente,
en el Olimpo de los dioses indostánicos,
y creía también, porque formaba
parte de esa religión, en el principio
de la reencarnación, de la transmigración
de las almas, por el que periódicamente
los espíritus siguen un ciclo
de reencarnaciones ascendentes o descendentes,
y que de ese ciclo se liberan
por medio de ciertos méritos religiosos
y espirituales.
También dentro de esas creencias
había la de que algunos espíritus
superiores, cercanos a la divinidad,
venían a encarnar en seres humanos
elegidos. Estos espíritus, a quienes
se llamaba bodhisattvas, venían a encarnar
en seres humanos cada tres o
cuatro mil años, bajando del más alto
cielo.
La religión budista sostiene
que hace dos mil quinientos años uno
de los más exaltados bodhisattvas,
que habitaba uno de los más
altos cielos, bajó a
encarnarse en un
ser humano, que
es al que se conoce
con el nombre litúrgico
de Buda, es decir,
el iluminado, el que alcanzó
la perfecta y altísima iluminación del
conocimiento.
Pero, aparte de esto, lo que
históricamente podemos decir es también
extraordinario.
Hace dos mil quinientos años
existió un príncipe indostánico, hijo
del rey o rajá de un reino, llamado
Kapilavastu, situado en el norte de la
India. Su destino evidente era suceder
a su padre en todo el poderío, el lujo y
las satisfacciones materiales propios
de un monarca oriental.
Este príncipe se llamaba Siddhartha,
estaba cubierto de joyas, a la
usanza de los príncipes indostánicos,
y vivía en una corte llena de todos los
lujos y refinamientos.
Pertenecía a la familia de los
Sakyas. Su nacimiento está lleno de
anuncios y de anticipaciones. La religión
budista dice que nació con treinta
y dos señales diversas en todo el
cuerpo, que eran, precisamente, las del
bodhisattva, reencarnado, y su nacimiento
estuvo precedido de prodigios,
de sueños, de anuncios, como en todas
las mitologías cuando va a nacer un
héroe de esta importancia.
Una de las señales que generalmente
aparece en las estatuas de
Buda consiste en una especie de lunar
entre las cejas, y otra consiste en
dos círculos en las plantas de los pies.
Estas señales significaron para los astrólogos
del palacio del rey de Kapilavastu
que el que nacía estaba señalado
para un inmenso destino, que podía
ser el de un gran rey, uno de los más
extraordinarios que nunca hubieran
existido, conquistador y poderoso, justo
y gran¬de, o un gran sabio; es decir,
un Buda, la reencarnación terrestre
que ocurre sólo a través de larguísimos
períodos, de un bodhisattva.
Ante este anuncio del hijo prodigio,
el padre prefiere, natural¬mente,
que sea un gran rey antes que un santo,
para que le suceda en el poderío y
lleve la gloria de su casa a la mayor
altura. Entonces comienza a aislarle
de todo lo que pueda llevar a pensar
en el renunciamiento, en el abandono
del mundo. Con este objeto el príncipe
Siddhartha es educado en una especie
de claustro dorado. Se le construyen
palacios suntuosos, donde se le rodea
de una corte de músicos, de poetas, de
gentes de placer y diversión, de hermosísimas
mujeres, donde él pasa el
tiempo haciendo cuanto le viene en capricho
y sin que le llegue, por ningún
respecto, la menor noción del dolor,
BUDA El dolor está en la vida
humana y es inseparable de ella
Neiva,
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de 2008 5 Figuras Universales
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ni de la muerte, ni de la vejez, ni del
sufrimiento humano.
Su padre lo rodea de un ambiente
artificial para que no descubra
ninguna de estas cosas. Esto, naturalmente,
tiene un valor simbólico, porque
en el fondo, todos nosotros tratamos
de vivir en una especie de castillo
semejante, no tan rico ni tan exótico
como el del príncipe Siddhartha, pero
del cual tratamos cautelosa e insistentemente
de desterrar la noción del sufrimiento
humano, no queremos saber
del dolor, queremos ignorarlo lo más
posible, y sólo cuando inevitablemente
nos lo topamos frente a frente nos
encontramos en la necesidad de reconocerlo.
Esto que simbólicamente hace
el Buda, realmente lo hacen todos los
seres humanos en su vida.
Pero ocurre que, para que se
cumpla el destino, el príncipe Siddhartha,
cuando se acerca a la madurez, va
a tener sus cuatro encuentros famosos.
Esos cuatro encuentros que la hagiografía
budista ha representado en millares
de formas son, simbólica¬mente,
los que al príncipe le revelan el sufrimiento
humano. Un día quiere salir
del jardín de uno de sus palacios a
recorrer la ciudad, y el rey, su padre,
ordena que se oculte todo aspecto de
sufrimiento, que se adornen las calles,
que no haya sino gente alegre y joven,
que no se vea por todas partes sino riqueza
y abundancia. El príncipe sale,
y es entonces cuando ocurre el primero
de los encuentros.
El príncipe, que va en su dorada
carroza, tropieza con un viejo
que marcha doblado sobre un bastón.
Nunca había visto a nadie envejecer,
ni sabía que existiera la vejez. Desde
su carroza va a ver esa presencia de
la vejez y a preguntar qué ocurre, qué
tiene ese hombre que es tan distinto a
los demás, y va a recibir la revelación
de que todo lo que vive envejece, decae
y va pereciendo lentamente.
El segundo encuentro que tiene
el Buda, en otra salida, es con un
enfermo, y es la primera vez que contempla
a alguien que no goza de salud,
doblado y atenazado por la enfermedad.
Este otro aspecto del sufrimiento
humano le revela que la gente no sólo
envejece, sino que además enferma. Y
regresa triste a su palacio.
En otra salida tiene lugar el
tercer encuentro. Desde su carroza dorada
el príncipe Siddhartha se cruza
con dos personas que llevan un cadáver
a enterrar; es decir, se encuentra
con la muerte. Ha sido ya la vejez, la
enfermedad y la muerte.
Regresa profundamente impresionado
a su palacio maravilloso,
hasta que otro día vuelve a salir, y tiene
el cuarto y final encuentro. Se halla
con un hombre que se ha dedicado a la
pobreza y a la mendicidad para poder
ganar la paz del alma y para acercarse
a la justicia y a la verdad de Dios; es
decir, encuentra un santón mendicante.
Y esta revelación de que hay seres
que para ser felices renuncian a la
riqueza es el cuarto encuentro que decide
la vida y la misión de Buda.
El príncipe Siddhartha resuelve
dejar el palacio de su padre, retirarse
de él, renunciar a su riqueza, y al
cumplir los veintinueve años abandona
su corte, sus palacios, su mujer y su
hijo, y de noche, en el caballo Cantaka,
acompañado de un fiel servidor, se aleja
velozmente hasta llegar a un bosque
donde habitan algunos ascetas, y allí
se queda, se despoja de sus vestiduras,
de sus armas, viste una túnica amarilla
de mendigo, y comienza entonces
la etapa que lo va a transformar en el
Buda.
Esa etapa va a durar largo
tiempo. Es un largo tiempo de reflexión,
de meditación, de penetración
dentro del alma humana, que va a rea-
Tara Blanca
Pagoda Buda
Neiva,
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de 2008 6 Figuras Universales
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lizar este ser para dejar de ser el príncipe
Siddhartha, de la familia de los
Sakyas, y transformarse en Buda.
Lo primero que hace son, naturalmente,
los votos ascéticos, es decir,
la renuncia a la riqueza, el voto de
castidad, el voto de pobreza, el voto de
humildad; promete ser el más humilde
entre los humildes, el más pobre
entre los pobres, el más limpio y puro
entre los limpios y puros. Se entrega
a la meditación ascética con muy poco
alimento, reflexionando todo el tiempo
sobre Dios y su destino.
Esa reflexión va a durar seis
años a la sombra de un árbol. En ese
largo lapso lo visitan, como ha ocurrido
con todos los santos de todas
las épocas, las tentaciones. Lo hostiga
un espíritu maligno que se llama
Mara. En un fresco de las cavernas de
Ayanta, en la India, vemos la figura de
Buda rodeada de demonios, de guerreros,
de mujeres hermosas, de todas las
formas de la tentación y del temor que
Mara le envía para romper su voto de
pureza e impedir que logre realizar su
destino sobrehumano.
El príncipe, que ya no es príncipe,
sino un asceta, lucha y resiste,
y al cabo de seis años de no comer,
de mantenerse en una posición invariable,
se ha transformado casi en un
esqueleto vivo. Es el Buda penitente
representado en tantas de las manifestaciones
de la estatuaria oriental.
Un ser reducido a la piel y a los huesos,
sentado en la posición ritual, con
las piernas plegadas la una sobre la
otra, exactamente como una serpiente
que se tiene sobre sus anillos enroscados.
Es en esa posición, en esa soledad,
en esa inmovilidad, que recibe
la iluminación final, y que, por medio
de la meditación y de la penitencia, se
transforma en Sakyamuni. Ya no será
nunca más el príncipe Siddhartha, de
los Sakyas, sino Sakya el monje, Sakya
el santo, porque ha alcanza¬do la
iluminación superior y ha terminado
el período de aprendizaje que lo ha
llevado a un grado superior de lucidez,
a conocer las grandes verdades que
hasta entonces le habían estado ocultas.
Comienza luego lo que pudiéramos
llamar su período de predicación
y de proselitismo. Sale de allí el
Buda, a quien ya reconocen como el
bodhisattva reencarnado, y marcha
hacia el Ganges, hacia Benarés, para
comenzar a predicar.
Su predicación, de la cual no
nos queda sino lo que recogieron sus
discípulos y transmitieron, consiste en
la proclamación de lo que él llama las
“cuatro nobles y grandes verdades”.
Buda va a tener una larga
vida; según el canon más antiguo,
muere a los ochenta o a los ochenta
y tantos años, en una vejez activa, en
la que no cesa de predicar el bien, de
enseñar los principios de sus grandes
verdades y de darse como ejemplo de
esa pureza sobrehumana. Hasta que
llega el día final.
La muerte de Buda no es sino
un paso más allá en ese camino de iluminación
interior con que ha llegado
al nirvana. El va a llegar ahora a lo
que ellos llaman el maha parinirvana,
que es un nirvana superior, final, en
el que la vida cesa y se transforma en
iluminación, en que el ser regresa a
ese cielo más alto que todos, de donde
vino originalmente el bodhisattva.
Para esto, ritualmente, cuando
Buda siente que va a llegar esa
hora, se recoge junto a sus discípulos
y se acuesta sobre el lado derecho.
En esa posición, acostado, el Buda, en
presencia de sus discípulos, va, poco a
poco, pasando de un nivel al otro más
alto, de un cielo al otro más alto, hasta
que insensiblemente desaparece de la
tierra y regresa a esa región de luz que
es la suya.
Así muere y termina la misión
terrestre de Sakyamuni, del príncipe
Siddhartha convertido en el Buda, y
son luego sus discípulos los que llevan
la gran visión de esta figura extraordinaria
a toda la India, a Ceylán, a
China, al Japón e incluso al remoto
techo del mundo que se llama el Tíbet,
donde todavía hoy una casta de monjes
budistas rige el país y conserva la
tradición del remoto fundador.
La primera de esas cuatro nobles
y grandes verdades que el Buda
predica es la gran verdad, la noble
verdad del dolor; es decir, todo ser que
vive está expuesto y sometido al dolor;
la realidad de la vida es el dolor, y por
más que uno se esfuerce en ocultarlo e
ignorarlo, la vejez, la enfermedad y la
muerte lo recuerdan constantemente.
El dolor está en la vida humana y es
inseparable de ella.
La segunda es la virtud que él
llama “la verdad de la causa del dolor”.
“El dolor tiene una causa -dice Buda-,
y esa causa es el deseo”; el dolor viene
de desear, de desear lo que no podemos
alcanzar o lo que no tenemos, de modo
que el dolor, que está en la vida humana,
tiene una causa y una fuente, que
es el deseo. De allí pasa a la tercera
verdad, que es la consecuencia de las
otras, y que afirma se puede llegar a
la cesación del dolor, a disociar y eliminar
el dolor de la vida del hombre
eliminando el deseo; es decir, el que
llega a no desear nada no se puede doler
de nada; el que llega a no necesitar
nada es como si lo tuviera todo, como
si todo dependiera de sus manos y le
perteneciera, de modo que se puede
llegar a la cesación del dolor en la vida
humana por medio de la cesación del
deseo, y ésta es la práctica ascética
que recomienda Buda.
La cuarta de las grandes y nobles
verdades es el camino para llegar
a la cesación del dolor, a la supresión
del deseo, que es el camino de esa escala
interior, de esa ascensión por el
espíritu, que es como una ascensión
hacia los cielos, en que el ser se va
depurando, despojando, entendiendo
y comprendiendo cada vez más hasta
que llega a la suprema sabiduría, a la
suprema iluminación y a la suprema
verdad que es el nirvana, la extinción
de todo deseo, de todo impulso, y la
satisfacción del ser que contempla en
su pura y simple contemplación.
Cuando predica estas verdades
ya es el Buda, el iluminado, el ser
a quien va siguiendo cada día mayor
número de discípulos, que lo acompañan
a través de las poblaciones de la
India. Va por el norte de la India, por
las riberas del Ganges; regresa, en una
ocasión, a su pueblo natal, y en todas
partes las gentes le oyen, no solamente
impresionadas por la verdad de lo que
dice, sino por la verdad de lo que hace.
Esta es la época también en que comienza
a hacer prodigios. Toda la tradición
budista, natural¬mente, coloca
en este momento la época en que Buda
hace hechos prodigiosos, que viven, o
de su propia santidad o del respeto
reverente con que lo veían como un ser
sobrehumano los que le rodeaban.
Los discípulos de Buda, a su
vez, se van a ir extendiendo y van a
ir llevando la novedad del budismo a
otros pueblos y a otras naciones. Se
va a extender por el norte de la India;
más tarde va a ir hasta el Sur, hasta
Ceylán, y luego va a pasar a otros pueblos
de Asia.
Ya él tiene esa figura final y
definitiva de iluminado, de ser que
está en posesión de las verdades más
altas, con que se le ve en muchas de las
más antiguas representaciones escultóricas
de su figura.
Neiva,
Octubre 19
de 2008 7 Actividad Cultural
Miércoles 22 de octubre
Instalación
Hora: 5: 00 p.m.
Lugar: Auditorio SENA Industrial.
Presentación de los Escritores Nacionales invitados:
José Luís Díaz Granados, Celso Román, Zamaris Polo,
Fabio Silva Vallejo, Edgar Sandino,, Mariela Zuluaga,
Libaniel Marulanda, Carlos Orlando Pardo y Juan Carlos
Pomponio.
Tira La Pelota: Ana Patricia Collazos y Winston Alfredo
Morales.
Socialización de los Talleres Introductores en las Instituciones
Educativas.
Concierto infantil: Fundación Cultural Baracoa.
Cóctel.
Jueves 23 de octubre
EL PODER DE LAS PALABRAS
Mesa de trabajo: Lectura y Creación
Hora: 9:00 a.m.
Lugar: Auditorio Olga Tony Vidales de la Universidad
Surcolombiana.
Ponentes: Cecilia Vargas, José Luís Díaz Granados,
Celso Román y Gerardo Meneses.
Tira la Pelota: Winston Alfredo Morales.
Participan: Docentes de Lengua Castellana del Municipio
de Neiva, Estudiantes y Público en General.
Narración Oral.
EXPOSICIONES (HALL DE LA USCO)
Los niños pintan lo que leen. Obras infantiles resultados
de talleres lúdico – literarios.
Juguetes artesanales para niños de la maestra Cecilia
Vargas.
LOS ESCRITORES VAN A LA ESCUELA
Ruta de promoción de la lectura por las comunas de
Neiva.
Hora: 10:00 a.m.
Visita de Escritores a las Instituciones Educativas oficiales
del Municipio de Neiva: INEM, IPC, Liceo Femenino
Santa Librada, Instituto Técnico Superior, Claretiano,
Departamental, Ceinar, Oliverio Lara, Casd, Humberto
Tafur Charry, Gabriel García Márquez, Misael Pastrana
Borrero, Promoción Social, Rodrigo Lara Bonilla, Eduardo
Santos, Agustín Codazzi, Enrique Olaya Herrera.
Los Duendes, Los Ogros Y Los Sueños
Mesa de trabajo: Experiencias Pedagógicas.
Hora: 3:00 p.m.
Lugar: Auditorio Olga Tony Vidales de la Universidad
Surcolombiana.
Ponentes: Zamaris Polo, Fabio Silva Vallejo y los Escritores
Huilenses: Luz Dary Torres, Amparo Andrade,
Nancy Vargas Zamora y Julio Medina.
Conferencista y moderador: Luís Ernesto Lasso Alarcón.
Participan: Docentes de Lengua Castellana del Municipio
de Neiva, Estudiantes y Público en general.
Viernes 24 de octubre
LA PRINCESA Y EL DRAGÓN
Mesa de trabajo: Literatura y Educación.
Hora: 10:00 a.m.
Lugar: Auditorio Cámara de Comercio de Neiva.
Ponentes: Edgar Sandino, Mariela Zuluaga, Libaniel Marulanda,
Carlos Orlando Pardo, Aníbal Plaza Barreiro.
Tira La Pelota: Ana Patricia Collazos.
Participan: Docentes de Lengua Castellana del Municipio
de Neiva, Estudiantes y Público en general.
Títeres.
LOS ESCRITORES VAN A LA ESCUELA
Ruta de Promoción de la Lectura por las Comunas de
Neiva.
Hora: 10:00 a.m.
EL TELE Y LA TELE
Mesa de Trabajo: Infancia y Cultura Audiovisual.
Hora: 3:00 p.m.
Lugar: Auditorio Liceo Femenino Santa Librada.
Ponentes: Winston Alfredo Morales y Juan Campos
Pomponio.
Tira La Pelota: Fernando Charry. Director de Cine y
profesor Universitario.
Participan: Docentes de lengua Castellana del Municipio
de Neiva, Estudiantes y publico en general.
Cine Foro: Grupo Imagen (Realizadores del Proyecto
Cinexcusa).
JUEGO DE NUBES
CUENTOS DE HADAS, FABULAS Y CANCIONES.
Clausura del Encuentro.
Hora: 6:30 p.m.
Lugar: Club Los Lagos.
Lectura de textos de escritores huilenses. Carlos Alberto
Celis, Jonathan de la Sierra, Pedro Licona, José Ademir
Agudo, Consuelo Aristizábal, Rafael Ovalle, Luís Ignacio
Murcia Medina, Jader Rivera Monje, Emiro Merlano.
Presentación de novedades editoriales: Cincuenta
novelas y una pintada, Carlos Orlando Pardo.
Historia de la literatura huilense, Félix Ramiro Lozada.
La iguana Juliana y otras fabulas, Hugo Mauricio Fernández.
Poetangos. Show musical. Voces: Ana Patricia Collazos
y Hernán Jairez. Acompañamiento musical: Libaniel
Marulanda y Hernán Jairez.
Neiva, 22, 23 y 24
de Octubre de 2008
PROGRAMACIÓN
Neiva,
Octubre 19
de 2008 8 Actividad Cultural

lunes, septiembre 08, 2008

P O E S I A

S O M B R A S

Alguien lastima
la imagen del mundo
abriendo ventanas,
corriendo rejas,
gritando incoherencias.
Aturdido por los insomnes sucesos
me acurruco tras la luna,
ella me esconde
en sus acrobáticas sombras.
Ruidos,

pesadillas…

Cerca,

el verdugo pulveriza el vacío.

a Campo Elías Avila
Desaparecido en 1987


R E V É S

Ahora las ciudades no tienen golondrinas.
Sobre sus cielos vuelan águilas.
La libertad en ellas
es suma de cuatro paredes.
Cazado, el hombre muere.
Abajo, abajo
la vida camina desierta.


CANCIÓN DE GUITARRA QUEBRADA

“Manos crispadas me confinan al silencio.
Ayúdame a no pedir ayuda…”
Alejandra Pizarnik

Detrás del teléfono
voces reducen
crímenes confesos
a cómplice silencio.
en la encrucijada,
con el cerebro roto
luchamos la vida,
torpes, rutilantes o hábiles.
Luego, sobre la calle
yacen cuerpos lacerados:
Cortante chirrido, motos y carros.
Sombras desparecen entre la multitud anonadada.

a W. F. T.

Del libro Labor de luna

V U E L VE, V I E J O

“La tierra vino a él mas no en su ayuda”
Eduardo Cote Lamus

Vuelve, viejo, a mi aldea
a contemplar las acacias y los samanes
en el horizonte de mis antepasados.

Enciende cantos de esperanzas
cuando el bullicio vaya de retorno
golpeando puertas,
recordando canciones de la madrugada.

Vuelve, viejo a mi aldea
a contemplar las acacias y los samanes.

a Félix María Lozada González


A V A N Z A N T E

“Hombres fracasados, desprovistos de razón,
desnaturalizados y fuera de conocimiento…”
Francois Villon

Para este tiempo,
la muerte confabula
su ritual cita.
En mi diario existir,
hombres idealizan a Bolívar
o suponen mejores gestas que duplican
ante “soberanos” que usan pueblos
contra ellos a nombre de La Libertad.

En medio de la lucha,
en la fragilidad de la noche,
pan y vino abandonan su función.
¡Repugna la vida!

Al amanecer, los “soberanos”, perdido el equilibrio,
verán rotas sus falsas ambiciones
cuando las probabilidades de vida rompa en llantos
y la muerte se aproxime como talismán aguerado
a sus cuerpos sin alma.

Para entonces, la sombra de los ciegos
serán cantos de esperanzas.


In memoriam de Bernardo Jaramillo Ossa


Del libro Hoja de viento


S U E Ñ O

En ocasiones, los ausentes noctámbulos
despliegan engendros que socavan la neurosis
creando visiones sin límites en el alma de los ensueños.
El vivo esplendor al paso de un fantasma
revienta los sentidos con temores abismales
y los relojes, los relojes se detienen
justo en el filo del tiempo.
Libero la memoria. Un extraño susurro languidece
cuando tu sombra cruza los recuerdos
y penetras en mí, indómita, irónica, con el canto
de los dioses.


F I S U R A S

Trazo retratos oscuros en la resaca de la noche.
Un chirrido de murciélagos penetra mi alma
creándole indescriptibles fisuras.
De los zaguanes, de las agrietadas paredes
brotan inmensos pájaros que carcomen el cuerpo.
Mis labios resecos titilan en silencio
al borde del llanto, de espantosos quejidos.
La mente recorre distintos senderos desplazando
Tormentos, suplantando penas, buscando en la
camándula del tiempo los dioses que serenan la vida.


F A N T A S M A N O C T U R N O

En noches pesadas, una perra en celo
recorre los rincones de mi casa.
En la trastienda roe intensamente los huesos
y al amanecer con uno de ellos entre sus fauces
acude en busca del compañero de turno.
La perra acongoja los espíritus e inicia sus recorridos
cuando la luna adorna de oro los cuernos de su marido
mientras ella va al burdel del infierno a comer carroña
de su intrépido amante.
Al volver a casa en el día, gruñe y palidece de cinismo.
Olvida los sigilos. Un transeúnte le golpea una pierna
y empieza a cojear; ahora va cabizbaja y sumida en su espectro.
Ella forma su propia crisálida y se alimenta en bulevares
de limosna de amor de efímeros amantes en vísperas
de nuevos pavoneos mientras su carne se desvanece
en prematuros desechos.
Con espesa atmósfera, la bruja levanta vuelo en su escoba
cabalgando con los cuernos dorados que reinan la ciudad
exhausta de infinitos ritos.

Del libro La carga de la nostalgia


E L J I N E T E M U E R T O

“Caballos, caballos de los muertos
van corriendo entre gritos
que salen de los ríos…”
Vicente Gerbasi

Frente al bosque, en el rumor del arroyo, el caballo negro
tenía la mirada enterrada en el vacío, bajo un golfo de húmedas
nubes.
Por la tarde, reposaba con la crin crispada, el relincho triste
y un rastrilleo de patas altisonantes.

Las flores daban un aire de irónica alegría, sacudidas
por coletazos de brisas incrustadas en los cañones
de la cordillera.

Animal lúgubre, rodeado de muerte ardiente y
enloquecida.

Al atardecer, su jinete, vestido de vaquero, le montaba alegre,
le acariciaba la crin, palmoteaba su cuello y con sucesivos golpes
de vientre tiraba sus jáquimas por los caminos del cerro de las estrellas,
haciendo la ronda bajo el canto petrificado de la lechuza avizora
en el sindestino del viento que golpeaba las sienes.

Soledad de la muerte que azota a un niño tallándolo
entre piedras, en el recorrido habitual, cuando el galope
se detiene ante sorpresivas sombras.

Desbocándose en feroz carrera sobre la flauta de los vientos,
devora su algarabía contra el golpe de las piedras, cabeza
y cuerpo: cuerpo ceñido, retorcido, y cráneo quebrado
con los gruñidos dientes fijos, como una sonrisa enclavada
sobre la última ilusión.


V I E J O C O N S E J E R O

Escúchame y ven conmigo, amor profano, amor tardío,
para que rompas montañas insaciables, en el silencio
de los martirios secretos.

Escúchame, para que sientas mi corriente subterránea
como un torrente sanguíneo en el follaje de los suspiros
deslizados del abrazo apasionado.

Escúchame, para que se te aferre esta grande ansiedad
suspendida en la garganta, en el infinito de los espíritus
o en lo profundo del cuerpo; desde donde brotan venas rojas
pletóricas de pasión y desmandadas por fuerzas incontrolables,
huracanadas, que duermen sus furias con tu voz de aliento
lisonjero, con tu presencia poblada de arcoiris sin violetas y
con tus manos sedosas extendidas en plenitud de alfombras
celestiales.

Escúchame, porque no imaginas cuánto me cuesta alcanzar
y descender los espacios reales para volver por los fueros
de los arreboles cotidianos, donde mi esclavitud es el silencio
de las palabras encalladas en la agonía del tiempo de un jardinero
que expande, generoso, el esplendor de su espada para cortar
las montañas de flores que ornan tu cabellera.

Por las noches, el viento mueve las hojas del desfiladero
de la vida mientras yo ardo en los fragores de un volcán enfurecido
por las tormentas de la pasión, entre el silencio y la euforia de los
cantos que fluyen desde los senderos del amanecer donde todo,
todo lo urde mi corazón por ti.

Escúchame para que vivas la vida con los pasos de
un viejo consejero.

Del libro Imágenes en reposo

IMÁGENES EN REPOSO



Por: OSCAR MONTOTO MAYOR
Presidente de la Unión de Escritores de Santiago de Cuba
Festival Internacional del Caribe, julio 7 de 1999


Armado meticulosamente por tres partes (Historia y hombres, Mitos y Leyendas y Textos) el libro Imágenes en Reposo del poeta Colombiano Félix Ramiro Lozada Flórez se abre en sus páginas por el buen y excelente decir. Prosa y Poesía, o todo un “estudio” de prosa poética para narrar de la historia, de las leyendas y también para, desde dentro, sacar afuera la voz del poeta. Dice: “los frutos de tus trigos, alimento ayer, /hoy desvelan mis esperanzas”.

Imágenes en reposo es el universo, es la visión particular al cohesionar el andar del hombre que se hace historia o leyendas. Es algo más: Síntesis de los sentimientos, que al fin de cuentas, es tu mundo y el mío, el de todos, pero con la particularidad de que la imaginería y el talento recrean un espacio particular, rico, inmenso que es también el mismo universo del poeta Félix Ramiro.

Imágenes en Reposo no es un libro de historia ni siquiera una compilación de leyendas. Es el comprometimiento a la manera de contar aparejado a la forma de decir, en viñetas, en prosa enriquecida, en versos, todo cuanto verdad y fantasía se mezclan…y hacen la vida.

Lenguaje cuidado, poético desde el primer mensaje, estilo mesurado, limpio, armonioso en una aparente narración lineal pero cautelosamente atrevida y llena de imágenes.

- Es una historia seguida por otra; son las imágenes.

- Parece que es la voz del poeta en un decir armonioso, pausado.


No existe desliz semántico ni escape en la composición. Ni siquiera en la estructura o lenguaje. Contenido y forma se conjugan en la misma exigencia para una apropiación estética de la realidad. No hay desmesura. Félix sabe contar historias breves y acentuar las intenciones del hombre, la nostalgia, o la reflexión que llenan con maestría este volumen que armonioso corre de una idea a otra para “confundir” o mostrar el difícil oficio de los géneros literarios.

- No en vano, Félix Ramiro Lozada hace uso (y no abuso) de un buen lenguaje y del idioma español.

- Félix: Ahora, no están las imágenes en reposo; están como nunca antes, en movimiento

POESIA - LABOR DE LUNA


LABOR DE LUNA,
UN LIBRO EXCEPCIONAL
Por. ARMANDO OROZCO TOVAR
Poeta, escritor, ensayista, investigador y profesor universitario.
Bogotá, 1988


Nada supera el placer de recibir un libro hermoso, coherente y con un tono propio, como el que ha traído a la redacción de VOZ, el poeta Félix Ramiro Lozada Flórez. Su libro de poemas Labor de luna empieza por llenarnos de asombro y felicidad desde su portada elaborada por la pintora de Neiva Margarita Rosa Gómez, con esa ternura, oficio y pasión que sólo saben ponerle las mujeres a la vida cuando de adornar se trata alguna cosa que por primera vez aparece como parte de la creación incesante del universo.

LA BLANCURA DEL PAPEL

“Lo que importa es el movimiento eterno que está detrás de ella, la vasta corriente subterránea de dolor, locura, pretensión, exaltación o ignorancia por modesta que sea la intención del poema”. Y Julio César Medina nos dice desde el prólogo que “en una época en que los valores más caros y sublimes del ser humano se hallan en crisis, cantar al amor es como izar una bandera en el desierto…”Nosotros creemos sin contrariar la apreciación prologuista del maestro Medina, que más bien es como sembrar un árbol el cual se multiplicará volviendo los desiertos de la soledad, el abandono y el crimen, en oasis que será sin duda el mañana feliz que Félix Ramiro Lozada anuncia ya desde sus páginas hechas con amor y furia. Sin duda este nuevo libro será uno de esos nuevos árboles.

Labor de luna

La mujer que amo melle mi alma
emboscada en mis sueños.
En mi vaga conciencia
surco de árboles
cubren su cuerpo clandestino,
mezcla de valor y angustia.
Sueños fantásticos me ponen en vilo.

Frialdad labor de luna
lame la sombra de mis penas
arrebatadas a las olas de mi
alma.

ARMANDO OROZCO TOVAR

HISTORIAS, MITOS Y LEYENDAS COLOMBIANOS



HISTORIAS, MITOS Y LEYENDAS COLOMBIANOS
Por: BENHUR SANCHEZ SUAREZ
Novelista, poeta, ensayista, investigador y editor
Altos de Belén, Ibagué, octubre de 1999


Creo que cuando Félix Ramiro Lozada Flórez escribió:

Vuelve, viejo, a mi aldea

a contemplar las acacias y los samanes

en el horizonte de mis antepasados.

Enciende cantos de esperanzas

cuando el bullicio vaya de retorno

golpeando puertas,

recordando canciones en la madrugada.


No pensó en que este poema, que hace parte del libro Hoja de Viento (1990), bajo el título Vuelve, Viejo (p.125) sería un acercamiento premonitorio a un trabajo que asumió después, en parte por una necesidad pedagógica y en parte por un destino implacable de escritura del cual sólo lo salvará la muerte.

Este camino de retorno a los antepasados lo inicia con su libro Imágenes en Reposo (1997) y lo madura en la obra que ahora nos entrega, con la alegría que siempre lo ha caracterizado. Historias, Mitos y leyendas colombianos (1999), libro en el cual establece una continuidad provechosa, en la medida en que puede ser provechoso repetir para completar y enriquecer la vida del texto y la imaginación del lector.

Esta circularidad de la idea, se remonta a sus primeras búsquedas. El escritor siempre crea un universo en el cual comienza a moverse, primero con dificultades, y luego con la soltura y seguridad de un mundo ya conocido y experimentado y en el que, a pesar de las repeticiones, se revelan los avances, la depuración y el goce. El escritor se hace tan amigo de esos personajes, que asustaron su infancia o encantaron su imaginación con la cultura o escuchó agazapado detrás de las palabras de un anciano hablador, que el texto fluye reinventado y se perpetúa en el tiempo del libro y en la memoria de sus lectores.

El verso en el horizonte de mis antepasados, del poema ya citado, remite al fondo de la memoria, donde reaparecen los miedos infantiles, las palabras del abuelo, la zozobra del padre que regresa borracho a la madrugada, el sordo rumor de un río que simula gigantes que engullen todo lo malo de la tierra. Esa farra de madrugada, entre tiples y canciones, que debe retomarse en la súplica poética, configura lo que posteriormente Félix Ramiro ha querido hacer realidad: La magia del dominio de lo cotidiano a través de la escritura, que todo escritor busca con afán.

No es noticia, entonces, la facilidad con que el autor va deshojando páginas en las que inventa sus maneras de contar, para nuevos ojos y nuevos oídos, esos textos ya sabidos. De la rudeza de la narración oral, esa que manejamos a diario, a la textura del texto escrito, se percibe el abismo y la diferencia, que sólo puede ser dado por el manejo del lenguaje.

- Félix Ramiro entreteje las palabras con un hálito de poesía.

Veámoslo:

Así comenzó el canto de la vida en medio de imágenes resplandecientes.
(Seinekan, p.49).

Sin cesar, nacieron más gusanos en la noche, en el crepúsculo sin
fuerzas. Eran hombres con vida corta y larga cargada de espejismo,
de todo, de la nada, en una procesión temblorosa en el peso de la cruz.
(La creación, p.43)


Los hombres devotos rezan y piensan acongojados que comparten el pecado
del borracho con él a cuestas, miran al cielo con súplicas de perdón a ver
si los dioses se apiadan del alma en pena que atraviesa, pensativa y
solitaria, el campo talado de tristezas, donde cada noche se hace penitencia.
(El fraile, p.95)

No es un libro, entonces, para conocer el mito o la leyenda raizales, sino el cuento transformado que se renueva en la memoria. Como lo dijera tan acertadamente Claude Levy Strauss: La sustancia del mito no se encuentra en el estilo, ni el mundo de la narración, ni en la sintaxis, sino en la historia relatada. Lo que ha hecho el autor ha sido transformar el texto con la elaboración poética y, no pocas veces, con la aparición de lo contemporáneo, el acercamiento desgarrador al hoy que nos empeñamos en no ver.

Un final como desde entonces con el ramo de olivo vivimos en guerra, nos matamos por amor, dinero o política. Dios hizo la guerra y la paz, (El diluvio, p.16), nos demuestra la versatilidad de la historia tantas veces escuchada, vuelta a contar desde nuestra época pero siempre la misma. Sólo hay dos personajes: Dios y la paloma. Pero sabemos que detrás de ellos esta Noé y la lluvia, si es que conocemos aquel pasaje de la Biblia, y también está detrás nuestra violencia fratricida. Es decir, se renueva el mito y la leyenda a través de nuevos simbolismos.

Igual sucede con la madre de agua (p.84), cuando su texto culmina así: Sobresaltada por la destrucción inmisericorde de bosques y la contaminación de ríos por insaciables hombres de dinero, apacigua los sentimientos en las sombras de su espiritualidad.

Esta compilación de historias y leyendas es un trabajo dispendioso de investigación y búsqueda. Y es un resultado preciso y bien logrado, pues Félix Ramiro Lozada Flórez ha sido un escritor con disciplina y conciencia cultural. Fruto de ese oficio literario con sus libros de poemas Labor de Luna (1988), Hojas de Viento (1990), y La carga de la nostalgia (1993); y sus textos de mitos y leyendas Imágenes en Reposo (1997) y este, Historias, Mitos y Leyendas Colombianos (1999), que hoy tengo el honor de presentar.

Su libro bien valdría la pena que se conociera en escuelas y colegios para que cada nuevo lector invente sus propias historias de Patasolas y Mohanes, incentivado por la magia del lenguaje con el que Félix Ramiro nos recuerda que alguna vez temblamos de miedo en los corredores de una casona centenaria o que muchos fueron buenos y correctos por temor a esos castigos invisibles que deambularon con espeluznantes formas y colores por ríos, veredas, caminos y poblados.

LITERATURA COLOMBIANA: Desarrollo Histórico.


LITERATURA COLOMBIANA
Por: JORGE CONSUEGRA
Profesor universitario, escritor, crítico literario, ensayista, comentarista de radio y televisión comercial.
Bogotá, agosto 2 de 2002

Cada vez que nace un libro, nace una nueva esperanza en los hombres. Y si es un buen libro ¡mejor! Porque un buen libro contiene más riqueza verdadera que un banco.

Cada vez que nace un libro, los hombres empiezan a cambiar su forma de pensar. Se tornan más afables y solidarios, más generosos y tiernos, más cercanos y más amigos. Porque los libros son más amigos, son esos confidentes especiales que nos acompañan siempre en las buenas y en las malas, en las horas duras y maduras, en los silencios, en nuestras interioridades, en nuestras alegrías, en nuestras soledades.

Borges le confesó en alguna ocasión a Alberto Manuel que el destino lo había privado del sentido de la visión, pero que al mismo tiempo le había dado la oportunidad de mantener el tacto para poder tocar los libros y así poder “verlos” con los ojos del alma. “Jamás me sentí solo – confesó el escritor argentino en alguna ocasión. Los libros siempre estuvieron a mi lado, fueron mis amigos, mis confidentes, todo. Fueron mi mundo, mi alma, mis ojos, mi vida”.

Recuerdo al mismo tiempo cuando Albert Camus reflexionaba sobre la vida, la esperanza, los hombres, los matices de la vida y los matices de los hombres cuando leían un libro. Decía que “nuestro mundo no necesita almas tibias, sino corazones ardientes que sepan dar su sitio justo a la moderación” Y yo creo que esa cualidad, ese calificativo, lo dan los libros, esos elementos silenciosos que nos enseñan a vivir, a sentir, a saber que cuando abrimos los brazos, en esa afectiva concavidad van a caber más amigos que nos enseñan, que nos estimulan.

Cada vez que nace un libro entendemos que los humanos somos complicados en el detalle, pero sencillos en su principio. Los libros nos enseñan a entender a esos hombres que nos roban la esperanza, los amaneceres, las sonrisas, la solidaridad. Nos enseñan que quedarnos callados es más peligroso que un señalamiento o una censura o una crítica. Nos enseñan que toda mediocridad consentida, todo abandono y toda facilidad, tanta tibieza, tanta banalidad y tanta simpleza, nos hacen tanto daño como los fusiles del enemigo.

Y nos enseñan que la indiferencia nos arrastra a lo incomprensible, a la complicidad.

Cada vez que nace un libro, nace una nueva posibilidad de amar a la patria, porque el patriotismo no es una profesión. Es una manera de amar, defenderlo, apoyarlo, sentirlo suyo, mío, nuestro. Cada vez que nace un libro, nos espanta la telaraña del olvido para hacernos revivir el amor por esta geografía extraordinaria, por esta tierra maravillosa, por estos caminos inolvidables, por estos amigos entrañables.

Cada vez que nace un libro, nace una nueva enseñanza. Nos dice que no hay orden sin justicia, y el orden ideal de los pueblos radica en su felicidad y muchos hombres absurdamente, nos roban la felicidad.

Y volvemos a Camus cuando en uno de sus maravillosos libros dice que “No hay que exigir únicamente el orden para gobernar bien, es necesario gobernar bien para que se realice el único orden que tenga sentido. No es el orden el que refuerza a la justicia; es la justicia la que da su certeza al orden. Nadie tanto como nosotros puede desear este orden superior en el que, en una nación de paz consigo misma y con su destino, cada uno tendrá su parte de trabajo y de asueto, donde el obrero podría trabajar sin amargura y sin envidia, donde el artista podrá crear sin ser atormentado por la desgracia humana, donde cada ser, finalmente, podrá reflexionar, en el silencio del corazón, sobre su propia índole”.

Cada vez que nace un libro entendemos que existe un orden superior, el de los corazones y de las ciencias, que se llama amor. Cada vez que nace un libro aprendemos que la tarea de cada uno de nosotros es la de pensar bien lo que se proponga decir; la de moldear poco a poco el espíritu del libro, que es el suyo mismo; escribir con atención y no perder nunca de vista esta inmensa necesidad en que estamos de volver a dar al país su voz profunda. Si hacemos que esta voz siga siendo la de la energía más bien que la del odio, la de la orgullosa objetividad y no la de la retórica, de humanidad antes que de mediocridad, entonces se salvarán muchas cosas y no habremos desmerecido.

Hoy estoy aquí porque no sólo he visto el nacimiento de un nuevo libro de mi amigo, hermano, cómplice y confidente Félix Ramiro Lozada Flórez, sino que he visto, sentido y vivido la gestación de su libro. Para él ha sido mucho más que un prolongado parto, pero al mismo tiempo, ha tenido un feliz alumbramiento y hoy tenemos ese libro que tantas veces escribió, corrigió, volvió a escribir. A consentir, a ver y a querer.

Por eso digo, que cada vez que nace un libro, nace un nuevo amigo, una nueva voz, una nueva esperanza. Nace una nueva ilusión.

Félix Ramiro ha gastado más en teléfono llamándome a Bogotá, que lo que va a recibir en regalías por su trabajo. Pero eso a él poco le importa, porque sabe que ha visto nacer un nuevo libro. Y ese libro empezó a caminar desde antes de nacer, desde el momento en que tuvo la idea de meterse en la piel de los escritores colombianos, el libro empezó a gatear y Félix Ramiro a sufrir. Y digo a sufrir, porque es un hombre que no está acostumbrado a hacer cosas a medias. No es un hombre tibio, como decía San Mateo, sino un hombre de sangre caliente como deben ser los hombres que aman su trabajo, la disciplina, la constancia, el deber.

Cada vez que nace un libro como éste, las cosas empiezan a cambiar. Fíjense no más, que en tres o cuatro días que está rodando el libro de Félix Ramiro, ya ha despertado inquietudes entre los mismos escritores y los mismos lectores. Ayer tuve la nueva fortuna de dedicarle toda la mañana al maestro Fernando Soto Aparicio y cuando le dije que iba a ir a Neiva a cumplirle a Félix Ramiro con el afectivo compromiso de presentarle el libro, me dijo que éste era un libro que debía leerse, consultarse, analizarse porque “pocos en Colombia saben tanto de Literatura Colombiana, como Félix Ramiro. Es de los pocos en el país que objetiva y afectivamente, han sabido meterse en las entrañas de nosotros los escritores, para presentarnos como seres de carne y hueso y no personajes de ficción”.

Félix Ramiro sabe cómo es mi vida en los medios de comunicación en Bogotá. Unas horas en radio, otras en televisión, otras en prensa y otras en la cátedra universitaria. Y a veces se agota el reloj y es cuando uno quisiera tener minuteros de plástico para alargar más el tiempo para leer y apoyar a quienes con tanto esfuerzo trabajan por el bien del país. Porque un libro hace mucho más que un cilindro de gas atestado de dolor.

Gracias Félix Ramiro por darle al país un trabajo que se merece.